DE LOS DELITOS Y LAS PENAS

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Abandonan los hombres casi siempre las reglas más importantes a la prudencia de un momento o a la discreción, de aquellos cuyo interés consiste en oponerse a las leyes más próvidas; y así como del establecimiento de estás resultarían universales ventajas, resistiendo al esfuerzo por donde pudieran convertirse en beneficio de pocos; Así de lo contrario resulta en unos todo el poder y la felicidad, y en otros toda la flaqueza y miseria.Las verdades mas palpables desaparecen fácilmente por su simplicidad, sin llegar a ser comprendidas de los entendimientos comunes. No acostumbran estos a discurrir sobre los obejtos: por tradición, no por examen, reciben de una vez todas las impresiones, de modo que sólo se mueven a reconocer y remediar el cúmulo de desórdenes que los oprime, cuando han pasado por medio de mil errores en las cosas más esenciales a la vida y a la libertad, y cuando se han de sufrir males sin número. Las historias nos enseñan, que debiendo ser las leyes pactos considerados de hombres libres, han sido pactos casuales de una necesidad pasajera: que debiendo ser dictadas por un desapasionado examinador de la naturaleza humana, han sido instrumento de las pasiones de pocos. La felicidad mayor coocada en el mayor número deberia ser el punto a cuyo centro se dirigiesen las acciones de la muchedumbre Dichosas, pues, aquellas pocas naciones, que sin esperar el tardo y el alternativo movimiento de las combinaciones humanitarias, aceleraron con buenas leyes los pasos intermedios de un camino que se guiase al bien, evitando de este modo que la extremindad de los males les forzase a ejecutarlo: y tengamos por digno de reconocimiento al filósofo, que desde lo oscuro y despreciado de su aposento tuvo valor para arrojar entre la muchedumbre las primeras simientes de las verdaderas Utiles, por tanto tiempo infructuosas.

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