JUEZ DE CONTROL Y CONTOL DE DERECHOS HUMANOS

Sin existencias

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Walt Disney nos ha acercado, con especial encanto a la inmensidad de lo pequeño a la pequeñez de lo inmenso. Con el microscopio, sus caricaturistas nos han permitido vivir la intensidad de la vida de los insectos y, con el zoom de la cámara, la pequeñez de la tierra en el todo del Universo. Todo ello —sin la vida caricaturesca— lo hemos aprendido a observar desde el microscopio y el telescopio.
Lo mismo han hecho los juristas del Derecho Constitucional, nos han acercado a la Constitución Política y nos han enseñado su inmensidad, para que la tratemos con respeto, desde el principio de supremacía constitucional. Luego, sólo luego, nos han alejado de ella para ver su pequeñez desde el Derecho Internacional. Así hemos logrado entender la inmensidad del hombre, en su individualidad desde sus derechos individuales y políticos y, en su sociabilidad, desde sus derechos económicos, sociales y culturales, como fuente del Derecho. Esta realidad nos ha permitido, igualmente, respetar y obedecer la ley, en sus contenidos de derechos cuando el legislador busca con ella reconocer y proteger los derechos humanos. Por el contrario, cuando hemos reducido al hombre a la ley, lo hemos empequeñecido y, por ende, nos hemos quedo limitados para resolver sus problemas.

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