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La evolución de la sociedad avanza a pasos agigantados y requiere nuevos enfoques para enfrentar viejos problemas. La violencia doméstica se está incrementando a pasos agigantados, ante las presiones y efectos de los nuevos retos que enfrenta la sociedad, agravada por las desigualdades, el irrespeto a los derechos humanos, en un mundo cada vez más traumático, que desemboca lógicamente, en situaciones conflictivas, familiares, sociales y psicológicas, que exigen una acción, tanto de acciones legales, como de análisis y, sobre todo, de educación para cambiar los comportamientos cada vez más agresivos y letales para los ciudadanos, y especialmente las mujeres y los niños.
